viernes, 6 de noviembre de 2009

Día de Muertos

Sin duda alguna las festividades en nuestro país son ricas en elaboración, variedad y presentación gastronómica. Un claro ejemplo de todo esto son los días que México dedica a recordar a sus muertos. Así un ejercito de mujeres y hombres, participan de esta fiesta gastronómica, panaderas, cocineras, mayoras, chef o simples mortales sin grado culinario, pero maestrisimos en el arte de la cocina nos participan de múltiples guisos, atole, champurrado, tamales, mole, camote y calabaza en dulce de piloncillo, pan de muerto, como parte del cortejo necesario para agasagar el paladar del difunto, y compartido con los vivos, aunque el refrán nos señale que "de valientes y glotones están llenos los panteones".


En mi particular experiencia estos días de festejos panteoneros, fui convidada primero de dos hermosas cazuelas de barro quizá texcocanos, -confiemos en que así sea, pues ya los chinos hasta eso serán capaces de elaborar en su histérico expansionismo de mercado-con mole y arroz, parte de la Ofrenda de Muertas que las sexo servidoras de la Merced cada año elaboraran para recordarnos que la muerte siempre las ronda. Generosas ellas, preguntona yo me convidaron de los deliciosos tamales y champurrado con que agasagaron a los muchos invitados que llegaron a su Ofrenda "Las Flores de Noviembre".

Ya de viaje al estado de Oaxaca, pude degustar calabaza y camote en dulce de piloncillo, postre de verdad delicioso, casi ritual para estos días pero que bien puede elaborarse todo el año, siempre que se consigan buenas calabazas de castilla. Distintas variedades de pan pudimos saborear, una de ellas con fuerte sabor y olor a mantequilla de la buena, elaborada por manos expertas de los valles centrales oaxaqueños. Y adornados con unas muy bellas figuras de harina, pintadas a mano con anilinas de colores. Como la que aquí se muestra. La otra es la del pan amarillo"o bueno" dicen los lugareños por ser de mejor elaboración, de mayor numero de ingredientes y de un precio mayor al del pan de consumo diario.
El 2 de noviembre todas las casas se llenan del tradicional mole negro, uno de los siete famosos moles oaxaqueños. En esta visita yo pude saborear otro, el verde, simplemente fantástico. Pues bien, para estas festividades hay que ir con anticipación a los mercados de la zona, buscar los mejores chiles secos - en ocasiones un poco húmedo, para que el gramage aumente, pero que a la postre amargaría el preparado- las especies y el molino que habrá que utilizar para triturar y mezclar todo los ingredientes, ya en la casa cada una dará su toque, especial, sus secretos pasados de generación en generación por la tradición oral, pero sobre todo por mover y mover el contenido de la cazuelas sobre el fogón de las cocinas, las unas de leña, las menores de gas.

Así participamos de una verdadera fiesta, encuentro con los muertos en el camposanto de las viejas iglesias, 0 en los distintos altares con sus flores de Cempazuchitl - ¿estará bien escrito? no tengo a la mano el magnifico Diccionario del náhuatl en el español de México de don Carlos Montemayor nuestro flamante premio Nacional, -felicidades maestro-, sus Tlayudas, su buen trago del magestuosos Mezcal, y sus tiritantes velas, para que en la oscuridad de la noche encuentren el camino de regreso a su casa, no contaré esto a mi sobrina Nicté pues la siguiente ocasion no querrá acompañarme a las andanzas que tengan muertos o fantasmas de por medio.

Un importante hallazgo, resultaron las llamadas "Comparsas", barrocas muestras de música, baile, trasvestismo, o simple fiesta pagana. Me pondré a investigar y ya escribiré sobre el tema.
















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